Primeramente quiero darles las
muchísimas gracias a todos mis amigos y hermanos en Bethel Norte por su empeño
en hacer de mi noche de celebración algo muy especial. Yo se que son personas muy ocupadas y
tuvieron que hacer un esfuerzo especial para poder darme el tributo y
reconocimiento que hicieron el martes, 26 de junio. En verdad fue un tiempo muy especial en
muchas maneras.
Me impactó la cantidad de
personas que asistieron. Yo pensaba que
pudiéramos hacerlo aquí en el auditorio de Bethel Norte, pero decidieron los
pastores hacerlos en el Teatro Ricardo Castro, y ellos tuvieron la razón. Me sorprendió el numero de personas que
estuvieron presentes, y los esfuerzos que ellos hicieron también para estar
presentes en ese, mi día especial.
Nosotros llegamos a Durango el 26 de junio, 1962, y la diferencia entre
aquel día y el día de la celebración es bastante impresionante. Dios ha hecho una obra aquí en Durango que
nadie hubiéramos podido predecir. ¡Él es fiel!
También me impactó que estuvieran
el gobernador del estado de Durango juntamente con su esposa, y también el
presidente municipal--pero mas que eso ¡que se quedaron para todo el programa
que duro una hora con 40 minutos! Me
comentaron después que había sido un tiempo muy hermoso, muy emotivo, y de
mucha bendición.
El poder ver a mis hijos y mis
nietos en el programa con la música, con el compartir de la Palabra y luego al
fin del programa con todos nosotros en frente cantando “A Dios Sea La Gloria”,
fue algo indescriptible. Esta
experiencia me ha hecho recordar mucho el pasaje que encontramos en
Deuteronomio 11:19-20:
“Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro
corazón y en vuestra alma, y las atareis como señal en vuestra mano, y serán
por frontales entre vuestros ojos. Y las
enseñareis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa,
cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes, y las
escribirás en los postes de tu casa, y
en tus puertas.”
Yo se que mis hijos no son
perfectos pero cuando yo los veía, juntamente con muchos de los nietos,
glorificando y viviendo sus vidas para Cristo, yo di gracias a Dios que yo y mi
esposo habíamos establecido en sus espíritus la importancia de la Palabra de
Dios como su guía para toda su vida.
Recibimos mucha critica cuando nuestros hijos estaban creciendo, que
iban a ser todos torcido emocionalmente, sin buena educación, sin contactos
sociales por el énfasis que siempre pusimos en sus vidas diarias de la Palabra
de Dios. Pero, aquella noche en el
Teatro Ricardo Castro, el 26 de junio, 2012, vimos una muestra de lo que la
Palabra de Dios puede hacer en las vidas de cuatro generaciones quienes han
estudiado, apreciado y amado los principios de la Palabra de Dios en cada faceta
de sus vidas.
Yo misma soy la tercera
generación que ha seguido a Cristo por la enseñanza de mis abuelos y mis papas,
y si incluimos a mis bis-nietos, podemos decir que ya son seis generaciones en
una familia quienes han tomada la Biblia como su guía de vida y se pueden ver
los resultados.
“De generación a generación es
tu fidelidad . . .” (Salmos 119:90)
¡A Dios Sea La Gloria!