jueves, 12 de julio de 2012

DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN . . .



Primeramente quiero darles las muchísimas gracias a todos mis amigos y hermanos en Bethel Norte por su empeño en hacer de mi noche de celebración algo muy especial.  Yo se que son personas muy ocupadas y tuvieron que hacer un esfuerzo especial para poder darme el tributo y reconocimiento que hicieron el martes, 26 de junio.  En verdad fue un tiempo muy especial en muchas maneras.

Me impactó la cantidad de personas que asistieron.  Yo pensaba que pudiéramos hacerlo aquí en el auditorio de Bethel Norte, pero decidieron los pastores hacerlos en el Teatro Ricardo Castro, y  ellos tuvieron la razón.  Me sorprendió el numero de personas que estuvieron presentes, y los esfuerzos que ellos hicieron también para estar presentes en ese, mi día especial.  Nosotros llegamos a Durango el 26 de junio, 1962, y la diferencia entre aquel día y el día de la celebración es bastante impresionante.  Dios ha hecho una obra aquí en Durango que nadie hubiéramos podido predecir. ¡Él es fiel!

También me impactó que estuvieran el gobernador del estado de Durango juntamente con su esposa, y también el presidente municipal--pero mas que eso ¡que se quedaron para todo el programa que duro una hora con 40 minutos!  Me comentaron después que había sido un tiempo muy hermoso, muy emotivo, y de mucha bendición.

El poder ver a mis hijos y mis nietos en el programa con la música, con el compartir de la Palabra y luego al fin del programa con todos nosotros en frente cantando “A Dios Sea La Gloria”, fue algo indescriptible.  Esta experiencia me ha hecho recordar mucho el pasaje que encontramos en Deuteronomio 11:19-20:

“Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las atareis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos.  Y las enseñareis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes, y las escribirás  en los postes de tu casa, y en tus puertas.”

Yo se que mis hijos no son perfectos pero cuando yo los veía, juntamente con muchos de los nietos, glorificando y viviendo sus vidas para Cristo, yo di gracias a Dios que yo y mi esposo habíamos establecido en sus espíritus la importancia de la Palabra de Dios como su guía para toda su vida.  Recibimos mucha critica cuando nuestros hijos estaban creciendo, que iban a ser todos torcido emocionalmente, sin buena educación, sin contactos sociales por el énfasis que siempre pusimos en sus vidas diarias de la Palabra de Dios.  Pero, aquella noche en el Teatro Ricardo Castro, el 26 de junio, 2012, vimos una muestra de lo que la Palabra de Dios puede hacer en las vidas de cuatro generaciones quienes han estudiado, apreciado y amado los principios de la Palabra de Dios en cada faceta de sus vidas. 

Yo misma soy la tercera generación que ha seguido a Cristo por la enseñanza de mis abuelos y mis papas, y si incluimos a mis bis-nietos, podemos decir que ya son seis generaciones en una familia quienes han tomada la Biblia como su guía de vida y se pueden ver los resultados.

De generación a generación es tu fidelidad  . . .”  (Salmos 119:90)

¡A Dios Sea La Gloria!


miércoles, 21 de marzo de 2012

LA SEMILLA ESCONDIDA

                 Por varios años yo sembraba una hortaliza chica de verduras en un terrenito a un lado de la puerta de mi cocina.  Nunca fue algo grande, en realidad estaba muy  chica y solamente cabían unos pocos surquitos de verduras del tipo que a mi familia me gustaba y que también crecían bien en la clima de nuestra área, árida y calurosa.  Sembrábamos maíz, frijol, calabaza mayera, nabos, etc. . . .  Mientras pasaban los años  nuestros hijos salían de la casa uno por uno, y cuando salía mi Don Pancho para estar con su Señor Jesucristo, la hortalicita dejo de existir.

                   Luego, después de varios años de quedarse dormida, yo quería ver algo verde crecer en esta hortalicita y decidí sembrarla otra vez.  Compre la semilla y empezamos a cultivar la tierra para que pudiera algo crecer en este lugarcito otra vez.  Sembraba zanahoria, calabaza, y chara suiza.  Me encantaba ver a las plantitas verdecitas cuando empezaban a salir de la tierra y levantar sus cabecitas en búsqueda del sol y el agua que necesitaba para poder crecer.  Siempre me ha  gustado ver a las plantas crecer y verlos cambiar de una semillita tan chica que casi no se ve, pero que se levanta de la oscuridad de la tierra y luego se hace una planta grande, saludable que está produciendo la fruta que le toca.
                  En este año en particular mientras mirábamos a las plantas levantarse de la tierra, algo inusual empezó a pasar.  ¡Había plantas naciendo en la hortaliza que no habíamos sembrado!
¿Cómo pudo haber pasado tal cosa?  A pesar de que no habíamos sembrado nada en el lugarcito por casi cinco años, y no habíamos  sembrado las semillas por estas plantas en particular, de todas maneras por un lado del hortaliza había salido una planta grande, hermosa y produciente de un tipo de calabaza que ni se puede conseguir en México.  Se llama el butternut squash!  Aparte de eso, al otro lado del lugar en medio del chara Suiza que si habíamos sembrado, nacieron unos nabos, y nabos grandes y produciendo su fruto también.  No habíamos sembrado estas semillas, pero de todos modos allí estaban, creciendo y produciendo como si alguien les había sembrado a propósito.
       Mientras yo me preguntaba de todo pudieron haberse venido estas plantas, yo recordaba que unos cinco años antes, sembrábamos nabos en la otra calabaza, pero ¿era posible que estas semillas se habían quedado dormidas por cinco años antes de nacerse, o era posible que habían caído de la planta que estuvo allá y hasta ahorita estaban naciendo?  ¿Era posible que las semillas estuvieran esperando estos cinco años hasta que alguien cultivaba y regaba y fueron expuestas al sol otra vez para poder nada?  Cualquier de las  cosas que fueran, de todos modos habían pasado cinco años con nada de actividad en cuanto a estas semillas.
            Eso fue una lección espiritual para mí.  ¿Cuántas veces hemos sembrado la “semilla” de la Palabra de Dios en las vidas de las personas en nuestro alrededor y sentimos que fue en vano porque no vemos el fruto que esperábamos?  ¿Cuántas veces hemos dejado de sembrar la “semilla” porque sentimos que la semilla cayó en tierra rocosa y que no va a nacer ni traer ninguna fruta?  La semilla que estaba en mi hortaliza se quedó dormida por cinco años antes de que al fin diera fruto.
                   En profeta Isaías dice que como la semilla sale de la tierra y trae la fruta que debe, así será la Palabra de Dios.  Si traerá el fruto que debe a su tiempo.
La semilla de la Palabra de Dios si traerá su fruto.
Tarde o temprano la semilla nosotros sembramos, (sea semilla buena o semilla mala), un día va a brotar y traer su fruto.  Aunque nosotros no vemos el fruto o no, necesitamos seguir sembrando “la buena semilla” con la confianza de que Dios bendice Su palabra y un día si traerá su fruto. 
Quizás debemos examinar la semilla que estamos sembrando porque un día habrá una cosecha.  La semilla solamente tiene un propósito ese propósito es reproducir la planta de la cual salió. 
Vendrá el día cuando vamos a ver la cosecha de la semilla que hemos sembrado.